jueves, 13 de noviembre de 2014


Nerviosismo antes de hablar en público.


A todos nos preocupa aparecer ante un público y cometer errores. Antes de nuestra presentación la mente, traviesa como es, suele preferir imaginar todo aquello que podría salir mal en lugar de lo que podría salir bien. Eso nos pone nerviosos, como es lógico. Cualquiera que esté interesado en aprender a descubrir estas trampas de la imaginación y a eludirlas puede encontrar las claves que necesita en libros o en nuestros cursos sobre  Arte y Ciencia de Hablar en Público. La información está ahí, al alcance de todos.

¿Es malo estar nervioso antes de hablar en público?

Los participantes, quienes asisten a los talleres que imparto, me plantean con frecuencia preguntas como “¿es malo estar nervioso antes de hablar en público?” o “¿alguna vez me desaparecerán estos nervios?” o tal vez: ¿cómo hago para eliminar estos nervios inútiles? Es natural desear sentir una confianza inquebrantable en uno mismo justo antes de hablar en público, pero eso que llamamos veteranía es algo que se adquiere con la práctica y con el paso del tiempo. No se me ocurre otro camino. Sin embargo, debemos aclarar, la sensación del nerviosismo, eso que te hace temblar las piernas, sentir mariposas en el estómago o impedirte hablar los primeros segundos al enfrentar una audiencia, eso, es algo natural y positivo dependiendo del cristal con que lo mires. Es una cuestión de ¡actitud!

Martin Evans era un gran presentador de nuestro equipo corporativo, era el encargado de entretener al respetable público mientras los ponentes principales  se preparaban detrás del telón. Con su verbo fácil y mordaz, este profesional y buen orador, conseguía hacernos reír a todos con su particular visión de las cuestiones de actualidad.  Por ser su amigo y compañero de equipo, a menudo charlaba con él antes de que saliera al escenario. En una ocasión le pregunté: “Oye, Martin, con tantos años que llevas representando tus monólogos ante tantos públicos alrededor del mundo, ya no te pondrás nervioso, ¿verdad?”. Todavía recuerdo lo que me respondió: “Siempre estoy un poco nervioso, pero no son nervios de miedo o inseguridad, claro. Son los nervios de querer hacerlo bien. El día en que no los sienta justo antes de salir a escena, me preocuparé, porque querrá decir que lo que hago habrá dejado de importarme”.

¿Qué quiero que recuerdes con este relato?


El estrés o nerviosismo provocado por tu alocución debes tomarlo como algo positivo… No pasa nada por estar nervioso. Es natural. Pero aprende a distinguir: ¿a qué se deben esos nervios? ¿Quizás no te has preparado lo suficiente y lo sabes? ¿O son los nervios de querer hacerlo bien? La mejor técnica para que desaparezca el miedo y la inseguridad es preparar y ensayar tu presentación a conciencia. Después de eso, no luches por aplacar los nervios de querer hacerlo bien, de dar lo mejor de ti mismo. Al contrario, acepta su invitación y entrégate por completo. Visualízate como triunfador, respira profundo y recuerda mantener buen contacto visual con toda tu audiencia mientras fluyen tus ideas y derrochas sabiduría en tus palabras bien pronunciadas. Tu público notará el entusiasmo y la seguridad de tu exposición. 
El éxito está contigo.

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