lunes, 17 de marzo de 2014

GERENCIANDO TU PROPIA VIDA...
La capacidad de saber guiar nuestra propia vida, de mejorarla y enriquecerla a cada instante la llamaremos "LIDERAZGO PERSONAL". Sin ella, todos nuestros movimientos no tienen dirección definida: ¿qué le pasaría a un vehículo que avanza sin saber a dónde va? …debemos dirigir nuestra vida, es la única forma de lograr lo que
¡realmente queremos!

Para entenderlo mejor: el liderazgo es hacer las cosas correctas, las que deben ser, y la administración es hacer las cosas bien, es una combinación de eficiencia y eficacia para obtener el triunfo personal.

Conozco mucha gente exitosa en su profesión, pero en lo personal son un desastre: no saben gerenciar su vida, ni la de su familia. ¿Cómo puede explicarse esto?
Pues bien… en el mundo de las empresas y los negocios los resultados esperados suelen estar muy claros. Son medibles y ambiciosos, buscan ser elevados y sólo se pueden alcanzar con dedicación, estrategias y recursos. Son objetivos definidos por la Junta Directiva o por una instancia superior que le vienen “impuestos” al gerente y/o profesional para que gestione lo necesario y los alcance. Así, el gerente elabora su plan de acción y orienta a su equipo de trabajo hacia la meta. Con frecuencia monitorea el avance y hace ajustes en el recorrido. Es más, gerente que se aprecie de serlo buscará sobrepasar esa meta y sorprender con su desempeño. Por eso hay muchos gerentes exitosos, tienen claro lo que tienen que hacer y cuentan con los conocimientos y destrezas para llevarlo a cabo. Se han entrenado para ello. Sus investigaciones y estudios lo han habilitado para gerenciar y encaminarlos al logro.

Y, ¿por qué no lo son en el ámbito personal? …imagino que ya sabes la respuesta. Muy poca gente dedica tiempo a definir los resultados que espera en su vida personal. Esos gerentes exitosos lo son porque “otro” le dice lo que tiene que lograr, pero en su vida personal nadie se lo ordena. Claro!, quien se lo va a encomendar si no es él mismo.

Simplemente somos objetos de las circunstancias, de lo que escogimos estudiar, de casarnos y tener hijos. Terminamos trabajando para mantener un estatus en una empresa donde fuimos aceptados y seguimos cumpliendo todos los días la responsabilidad que nos toque vivir. Cuando más, puede ser que decidamos dejar un trabajo, emprender otro, o escoger la casa que “podemos” comprar, no la que queremos ni deseamos.

Algunos siguen jugando a la lotería, con el sueño de ganarse el Kino y esperan que llegue la festividad de año nuevo para pedir los doce deseos. Sólo deseos, ningún propósito que perdure a lo largo del año.

La gerencia exitosa de la vida no tiene que ver con lo que es posible, sino con lo que merecemos, si, merecemos, porque es por lo que luchamos en todo momento. Es detenernos y pensar en el futuro que deseo y aunque parezca imposible, sentir que lo merezco. Sin perder de vista ese futuro, dedicarse a disfrutar del presente sabiendo que para allá vamos. La vida es el resultado de lo que tu hagas de ella, entonces,  ¿Cuáles son los resultados que quieres en tu vida? Esa es una pregunta trascendental. ¿Qué resultados estás obteniendo? Tu vida actual es el resultado de lo vivido, deseado, planificado o no, pero son resultados. Son la consecuencia de las circunstancias o de la decisión que tomaste.

¿Estás donde querías estar? ¿Estás siendo quien querías ser? ¿Haces lo que siempre querías estar haciendo? ¿Tienes lo que has querido tener? …no es posible volver atrás y tener un nuevo comienzo, pero siempre es posible escribir el final. Esa es TU decisión. El pasado ya pasó, no hay vuelta atrás, el presente es un regalo, disfrútalo y prevé ese futuro que tanto añoras.

Alguien escribió que un barco cuando no sabe a qué puerto se dirige cualquier viento es bueno. Y es muy cierto. Hay quienes disfrutan del navegar con los vientos a favor y vivir de lo que les está tocando vivir. No lo voy a criticar. Si los resultados que quieres de la vida es vivir cada día como si fuera el último y dejar de pensar en el futuro, ésa es una opción muy válida. También hay otra posibilidad: definir el puerto al que quieres llegar (Resultados) y enfilar las velas hacia allá. Es posible que muchos vientos estén a favor, que bueno. Pero también es posible que los vientos que llevan al puerto sean débiles y hasta tempestuosos. A veces hay que dejar pasar vientos divinos que nos llevan a otra dirección y enfilarse en línea recta hacia lo que quiero. Esa es la verdadera decisión. Es la posibilidad de tener claro a que le digo SI y a que le digo NO. Le dirás SI a lo que te acerque a tu objetivo y NO a lo que te aleje de él. Pero para ello debes tener muy claro para dónde vas y lo que quieres obtener como resultados.

Y mientras recorres ese camino, debes aclarar lo que te motiva, tus expectativas, tus intenciones. Recuerda que nuestras intenciones marcan el camino a seguir, son como direcciones que seguimos y a las cuales debemos dedicar tiempo y energía. Las direcciones que tomamos en nuestra vida pueden cambiar con el tiempo, por ello, es aconsejable reconocer a tiempo las necesidades de cambio.

Compréndelo, la clave de conducir está en no desviarte de tu camino. Aprender a ejercer la voluntad de seguir una determinada dirección y auto motivarnos a seguirla es tan importante como escogerla. Una vez que sabemos lo que queremos hay que escoger un orden de prioridades. Lo primero debe ser lo primero, si conocemos lo que es esencial conoceremos lo que es superfluo. "Lo superfluo no debe pasar por encima de lo esencial", dijo Goethe.

Además, debemos contar con mecanismos de autocontrol. La retroalimentación es necesaria siempre para comprobar si vamos en la dirección correcta. Alguien dijo una vez que "la eterna vigilancia es el precio de la libertad". La libertad requiere que estemos atentos, la clave de conducir está en no desviarnos del camino.

Por otra parte, no es suficiente ser un profesional exitoso sin serlo de igual forma en tu vida personal. Ni tampoco al revés. Va en ambos sentidos, y uno interviene en el otro.

Piénsalo, todo lo que hacemos tiene consecuencias, y lo que no, también. Todo en la vida se traduce en resultados. Busca los que quieres obtener (triunfador) y no sólo los que puedes lograr (sobreviviente).


Y si tienes alguna duda… háblame!