Técnica de Preguntas y
Respuestas en la Oratoria
Estás en la mitad de tu ponencia y
tienes la total atención de tu audiencia. ¡Enhorabuena! Aunque esta ventaja
implica el costo de mantenerla, lo cual no siempre es tarea sencilla. Una de
las fórmulas que mejor funcionan consiste en realizar preguntas directas al
público asistente. Estas cuestiones procuran que la audiencia pueda resetear su
atención y les orienta sobre el punto de la charla en el que se encuentran.
Pero, ¿qué sucede cuando es la audiencia
quien pregunta al ponente?
Para resolver de la forma más eficiente
posible esta situación revisa este decálogo de recomendaciones:
1.- Responde cuando sea preciso.
Mantenemos que las necesidades de la
audiencia son prioritarias frente a las del ponente pero, si una persona del
público interrumpe una explicación esencial para entender el contenido de la
misma, te recomendamos que la contengas pidiendo permiso al interlocutor para
hacerlo, y finalices tu punto de la exposición. Posiblemente la respuesta
estuviera recogida en el mismo y el hilo de la ponencia permanecerá intacto
para el resto de los asistentes. Si no fuera así, simplemente recupera la
pregunta, agradécela, y resuélvela en el momento más adecuado.
2.- Repite la pregunta.
Gracias a ello toda la audiencia sabrá
ahora, por si no lo hubieran oído o entendido, qué se va a comentar a
continuación. Esta repetición también conlleva una ventaja para el orador,
quien contará con más tiempo para estructurar la respuesta.
3.- Sé breve.
No te aconsejamos romper el ritmo de la
presentación con respuestas demasiado largas. Es importante ser breve
ofreciendo, eso sí, una respuesta completa.
4.- Responde a la pregunta siempre y
cuando la pregunta tenga relación con la presentación.
Aunque es necesario responder a todas
las cuestiones puede que alguna no tenga nada que ver con la ponencia. En este
caso es conveniente clarificar el objetivo de la misma y desplazar la respuesta
a un entorno informal fuera de la sala.
5.- Si no sabes la respuesta, responde
igualmente.
Responde con honestidad si no conoces la
respuesta con un: “Sinceramente necesito conocer más sobre este aspecto, permítame
y lo averiguaré” y hazlo en cuanto tengas oportunidad.
6.- De nuevo el momento más oportuno.
Si la pregunta guarda relación con algo
que está previsto aparecer más adelante en la presentación aplaza tu respuesta
explicando que será respondida en los siguientes apartados.
7.- Distánciate del interlocutor.
Un error básico a la hora de responder
consultas de la audiencia es acercarse mucho a la persona que la formula
dejando de lado el 99% de los asistentes. Para incluir a toda la sala en la
respuesta es mejor hacerlo desde el punto opuesto al que se encuentre el
interlocutor y, en la medida de lo posible, tratar de responder mirando a toda
la sala. El contacto visual es muy importante, finalizando en los ojos de quien
pregunto.
8.- Si la pregunta es eterna…
Ninguna pregunta debería superar el
minuto o minuto y medio como máximo. Si percibes que se extiende demasiado
procura interrumpirla de la forma más cordial. Puedes comentar algo como:
Disculpe, me he perdido, ¿me podría decir cuál es la pregunta?
9.- Si el interlocutor es un orador
frustrado…
Si intuyes que la persona que realiza la
pregunta sólo busca ser reconocido en el grupo, agradécele su intervención aun
no estando de acuerdo. Explica tu punto de vista y lo mucho que difieren, pero
concédele el reconocimiento de haber realizado la cuestión y sigue con tu
charla.
10.- Si quieres que pregunten, ayúdales.
Si llega el turno de preguntas y desde
la audiencia no llega ninguna, puedes facilitarles la labor teniendo tú mismo
preguntas preparadas. Por ejemplo puedes decir: “… lo que me han preguntado hoy
al llegar ha sido …” o “… lo que suelen preguntarme es…”. Cuando te hayas
respondido a ti mismo puedes consultar si hay más preguntas. Será más sencillo
para la audiencia participar entonces.
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